CORONAVIRUS Y MENSAJES DE ODIO

El coronavirus está destapando lo mejor y lo peor de la sociedad: por un lado, estamos viendo al personal de sanidad que está en primera línea, en muchos casos diezmado por la enfermedad, a las trabajadoras de los centros de alimentación, a los recaderos, transportistas, personal del transporte público, recogida de basuras y otros, que están cumpliendo con una formidable función social: todos estos trabajadores cuentan también con sus víctimas. Estas personas cada día van a trabajar sometidas a un considerable estrés, sobre todo el personal de enfermería y el de caja de los centros de alimentación.

El estado de alarma, el confinamiento, la falta de libertad de circulación y de relación social, han traído consigo un nerviosismo egoísta. Grupos de tarados sociales se dedican a señalar a los que suponen culpables de la expansión del coronavirus, llegando a la imbecilidad de colocar carteles en las fincas donde pueden residir trabajadores de tiendas de alimentación, supermercados y personal médico y de enfermería, pidiéndoles que abandonen su domicilio porque les pueden contagiar, llegando a causar daños en el vehículo que utilizaba para su trabajo una médico.

Estos profesionales se merecen todos los respetos, están cumpliendo una función social sin precedentes: sin su trabajo no sería posible la convivencia y el bienestar del resto de la población.

Los médicos, enfermeras, camilleros, el personal de las emergencias sanitarias, el personal de los centros de atención primaria, el personal administrativo están en primera línea de combate, por eso cada día salimos a las ocho de la noche a aplaudir su trabajo y dedicación, sin ellos no es posible la salud, muchos han caído en este combate.

El personal de las tiendas y supermercados de alimentación y otros productos de necesidad, que cada día salen de su casa para hacernos la vida más llevadera. Los transportistas que llevan los alimentos a estos establecimientos, sin los cuales no sería posible el abastecimiento. Los trabajadores de los transportes públicos, metro, tren, autobús, taxis, que facilitan la comunicación y el traslado en casos de necesidad y para que los empleados de empresas de trabajos esenciales se puedan trasladar. La recogida de basuras y limpieza de las calles: sin su trabajo se añadiría otro problema y otras enfermedades. Todos estos trabajadores y otros de lo que nos podemos olvidar están haciendo posible sobrellevar esta situación angustiosa.

El Código Penal tiene artículos en los que perfectamente se encuadran estas actitudes de odio a las personas por su trabajo. La fiscalía tiene que actuar de oficio contra estos tarados sociales y no clasificar estos delitos como delitos leves sino la realidad, delitos graves con entrada en prisión inmediata, no se puede consentir que personas que cumplen una meritoria función social sean estigmatizados con motivo de su dedicación al servicio a los demás. Todos estos tarados dejan pruebas para que se les pueda encausar y condenar. Es importante tomar medidas contra estos actos deleznables.

Si estos tarados sociales no quieren enfermeras, médicos y cajeras de supermercados como vecinos, lo tienen fácil, ir a vivir a lugares apartados de la sociedad, sin posibilidad de atención médica o poder abastecerse de alimentos.

GRACIAS: ENFERMERAS, MÉDICOS, PERSONAL SANITARIO, TRANSPORTISTAS, CAJERAS Y PERSONAL DE TIENDAS DE ALIMENTACIÓN, TRABAJADORES DE TRANSPORTES PÚBLICOS, TRABAJADORES DE RECOGIDA DE BASURAS Y LIMPIEZA, entre otros.