ENSEÑANZAS DEL CORONAVIRUS PARA EL QUE QUIERA APRENDER

Esta epidemia nos ha cogido a todos con el paso cambiado; hay “sabios” que dicen que lo habían previsto, pero no propusieron soluciones. Era fácil, sólo cabían dos opciones: una que lo que venía era grave, y otra, que se estaba a la espera de los acontecimientos. Nadie presentó alternativas. Después de que hayan dado el número de la lotería todos lo acertamos.

No se puede criticar sin proponer soluciones, criticar solo sirve para ganar votos, audiencias y engañar a los crédulos.

Nosotros no teníamos ni tenemos la varita mágica para solucionar esta pandemia, por lo que no podemos criticar cómo se ha llevado. Pero hemos visto unas deficiencias tremendas que deben atajarse, y por ello proponemos algunas soluciones para el futuro inmediato, que debe empezar ya. Ganas nos quedan de meternos con el Gobierno y las Comunidades Autónomas, pero zapatero a tus zapatos. El problema esencial es de sistema, mientras no cambie el sistema padeceremos sus daños.

Como que la experiencia debe servir de algo, proponemos una serie de medidas para que no vuelva a darse la falta de material médico y sanitario, de centros hospitalarios, de médicos y sanitarios, de investigación médico sanitaria, residencias de calidad, servicios funerarios públicos eficientes. Para ello es necesario que, por parte de los poderes públicos, se tomen medidas, y la ciudadanía las reclame. Seguidamente desglosamos cada uno de ellos.

Sanidad pública

La sanidad pública no es un negocio, ni debe funcionar como tal. Es un servicio público, necesario para cuidar de todos los ciudadanos. Debe estar regido por funcionarios públicos en todos sus estamentos, con salarios de funcionarios públicos. La sanidad pública no debe estar regida por parámetros económicos, tal como ocurre en otros servicios públicos. Hay funcionarios públicos con conocimientos suficientes para ser buenos gestores, solo falta elegir bien, teniendo en cuenta únicamente sus habilidades para el cargo.

No puede ser que haya listas de espera en casi todas las áreas de la medicina. La única que debe haber es la de los médicos y sanitarios, esperando en la biblioteca o el centro de investigación del hospital (donde deben ejercitar sus conocimientos teóricos y prácticos) la llegada de enfermos. Un ejemplo lo tenemos en los bomberos, no hay lista de espera para apagar incendios, y cuando no hay incendios están en su centro ejercitando sus conocimientos, estudio, ejercicio físico, etc.

No puede haber conciertos con hospitales privados, los cuales, por supuesto, están regidos por empresarios ávidos de beneficios, solo hay que ver las últimas compras de hospitales privados concertados por empresas corsarias. No se puede entender que, pudiendo hacerlo un servicio público, se concierte la visita o la operación a un hospital privado. El concierto supone una serie de listas de precios por servicios que ofrece el hospital privado y que paga la Seguridad Social, no cabe duda que la empresa privada de ello obtiene un beneficio, que de hacerlo un hospital público sería más barato.

No se puede exigir a los sanitarios un número de visitas, lo que debe priorizar es la calidad.

Industria farmacéutica pública

La industria farmacéutica pública debe formar parte de la estrategia sanitaria, no se puede depender de la industria privada prácticamente deslocalizada en los países asiáticos.

Se deben crear laboratorios farmacéuticos públicos para producir los medicamentos más necesarios y esenciales, no se puede estar a expensas de que llegue en aviones del lejano oriente, además, defectuosos y a precio de oro.

Es importante que en esta industria colaboren y formen parte los investigadores públicos para que den paso a la creación de nuevas medicinas o tratamientos, lo que en un principio puede ser todo gasto. Con los nuevos descubrimientos se llegaría a amortizar.

Industria de material sanitario pública

Depender de otros países en casos de crisis sanitaria es una aberración, no puede suceder más. Se deben crear empresas públicas para la fabricación y mejora del material sanitario. No puede ser que se compren respiradores a China pudiéndolos hacer en el país, y que no haya una industria que los fabrique, o que se tenga que correr para pedir mascarillas, guantes y otro material sanitario. La vida de las personas no puede depender de las antípodas. Posiblemente esta industria pública resulte más cara, pero salva más vidas. ¿Cuántos sanitarios han perdido la vida por falta de material médico adecuado?

Esta industria deberá disponer de un centro de investigación y mejora de productos sanitarios, además de disponer de lugares para almacenarlos.

Investigación médico sanitaria pública

La investigación médico sanitaria debe ser lo más importante de un país que se precie de estimar a la ciudadanía. No se puede depender de otros países, es una obligación de los gobernantes.

Generaciones de investigadores están trabajando en otros países, por falta de centros y dinero para la investigación: personas que están dando lo mejor de sí mismos en otros lugares, pudiendo hacerlo aquí. Es como si se plantaran árboles frutales y cuando empiezan a dan la fruta se regalan. El coste de preparación básica lo produce España, y el beneficio lo recoge otro país. Más tonto no se puede ser.

Hay que dotar de medios suficientes a los centros de investigación públicos, para que puedan desarrollar los investigadores toda su capacidad. No puede ser que, en los pocos centros de investigación que hay, los investigadores encadenen contratos sin llegar a ser fijos nunca. Los investigadores deberán ser funcionarios públicos, a lo cual accederían mediante oposición o concurso de méritos.

Esto en principio es muy caro, pero cuando haya resultados se podrá amortizar. Cada investigador puede aportar mucho más de lo que percibe. Invertir en investigación es un beneficio para cualquier país, tanto económico como de salud.

Más hospitales públicos

Hemos visto los recortes sanitarios promovidos por los “iluminati” de la economía, grandes gestores del dinero público para empresas privadas, que después se han colocado en altos cargos en las empresas favorecidas.

Se debe disponer de lugares dignos para casos extremos, en lugar de dejar que se muera la gente por falta de hospitales adecuados.

No importa que sobren habitaciones hospitalarias, lo grave es que falten o que no dispongan del material adecuado. En los casos de carencia, cada minuto que pasa son vidas que se pierden; no se puede jugar a la economía y, de paso, con las vidas de los ciudadanos.

Más personal medico sanitario

En esta crisis se ha tenido que recurrir a estudiantes de medicina y de ciencias de la sanidad, a médicos extranjeros a los que rápidamente se les ha homologado el título, a médicos y personal sanitario jubilados, que seguramente cuando acabe la crisis se les abandonará, sin tener en cuenta los servicios prestados y que se han jugado la vida por ayudar a los demás.

Las universidades deben preparar más médicos y enfermeros, y los centros de ciencias de la salud a los auxiliares necesarios, que en el caso de que no haya trabajo, se puedan dedicar a impartir sus conocimientos en la enseñanza, en la investigación o en la prevención tan necesaria.

Residencias públicas de calidad

Las residencias para ancianos y discapacitados se han convertido en un negocio, pero en su mayoría pagado con dinero público. Se han convertido en almacenes para viejos y discapacitados, en los que unas maravillosas personas (lo han demostrado) aportan sus cuidados, por un salario de miseria (el empresario para obtener beneficio rebaja prestaciones y salario). La concentración y almacenamiento de internos hace que los contagios de enfermedades se den con más facilidad: se debe crear un protocolo para que esto no se produzca. No puede ser que no haya espacio suficiente para los residentes. Un país que no respeta a sus ancianos no tiene futuro.

El personal de las residencias debe cobrar un salario adecuado al trabajo que realiza y con personal suficiente, auxiliares, enfermeros, médicos, especialistas, etc.

Servicios funerarios públicos

Hemos visto que algunas funerarias, aprovechando la situación, han pedido ingentes cantidades de dinero para enterrar a los ancianos, mientras que al personal le pagan una miseria, con el riesgo que tienen.

Recientemente se han privatizado los servicios funerarios, antes municipalizados, indudablemente para que empresas privadas ganen dinero a costa del dolor de las familias. Los servicios funerarios públicos no constituyen un negocio sino un servicio público, que debe estar gestionado por funcionarios especializados, sin ánimo de lucro. Los precios deben ser oficiales y publicados en la prensa oficial (boletín de la provincia, municipio, etc).

Se preguntarán cómo se financia todo esto, pues bien, veamos:

  1. Aumentando estas partidas en los Presupuestos Generales del Estado hasta lo que sea necesario.
  1. Ahorrando el dinero que cada año el Estado, el Parlamento, el Senado, los Parlamentos de las Comunidades Autónomas, las Comunidades Autónomas, las Diputaciones, los ayuntamientos, las entidades municipales regalan a los partidos políticos. Millones de euros en concepto de subvenciones, que en la mayoría de los casos se gastan en comilonas, alquileres de locales o entregas al partido, para pagar a sus altos cargos.
  1. Ahorrando el dinero que se entrega cada año a los sindicatos y asociaciones patronales. Cada vez que hay elecciones políticas o sindicales el Estado regala a los partidos políticos y sindicatos decenas de millones de euros, que utilizan para pagar a sus altos cargos.

4.- El Estado y las Comunidades Autónomas conciertan con hospitales privados unos precios por intervenciones quirúrgicas sencillas y poco complicadas, ya que, en el caso de que sean de gravedad, pasan directamente a hospitales públicos. Estos hospitales privados obtienen un considerable beneficio, que podía ahorrarse la sanidad pública.

5.- Las ventajas de la investigación y las empresas públicas farmacéuticas y sanitarias con sus descubrimientos y producción. Cada millón invertido, a la larga produce ciento. Podemos estar orgullosos de nuestros investigadores, que trabajan con pocos medios y, aún así, están en la brecha. Es una inversión a largo plazo, pero fructífera.

6.- Retirada de coches oficiales no esenciales, de dietas por actuaciones que no se llevan a cabo, comidas de trabajo que no son de trabajo.

7.- Retirada de los comedores y bares para recibir a personas “importantes”, ubicadas en los ministerios, consejerías y ayuntamientos.

8.- Una eficaz inspección de trabajo y seguridad social y de Hacienda que recaude y sancione a los fraudulentos.

9.- Obligar y sancionar los alquileres no declarados.

10.- Persecución de la economía sumergida.

11.- Eliminar los privilegios fiscales a las empresas de capital pirata.

Todo esto y muchas medidas más haría posible una sanidad para todos y todas.