QUIÉNES SOMOS

Somos un grupo de personas sin otro interés que la defensa de lo colectivo, lo público, del derecho inalienable que tenemos por pertenecer al género humano.

Esta asociación no es ninguna plataforma para conseguir beneficios personales, todo lo contrario, lo que pretendemos es el beneficio colectividad. Por este motivo renunciamos a cualquier publicidad personal, así como a tener portavoces y dirigentes. Nuestro único portavoz es esta plataforma, que siempre estará consensuada por todos los miembros de la asociación. Si existe una junta es por imperativo legal, pero la asamblea es su único órgano de decisión.

Somos personas anónimas, como tantas y tantas que luchan por una sociedad solidaria, libre y de apoyo mutuo que no buscan recompensas ni reconocimientos de ninguna clase. Somos descendientes de los perdedores de la historia que queremos un mundo feliz, lleno de amor, fraternidad y solidaridad.

Esta asociación está únicamente financiada por las aportaciones de sus miembros, estando prohibido estatutariamente recibir dinero y ayudas de las administraciones públicas o empresas privadas. Nadie de esta asociación percibe cantidad alguna por trabajar en ella. Creemos que es posible trabajar gratis por algo que se desea fervientemente, la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a trabajar gratis para el bien común.

Nuestra lucha, porque así lo entendemos, es conseguir una sanidad totalmente pública, con capacidad para atender todas las necesidades de la población que habite el país, esté o no de paso (que bestialidad sería ver morir a una persona sin atención médica). No cabe en mentes racionales que se privatice la sanidad para que multinacionales de la sanidad privada consigan pingues beneficios y que lo vendan como un logro social (por supuesto de la empresa multinacional).

Las pensiones públicas es otro de los motivos de nuestra lucha (dejemos de lado el engaño inmoral de las otras supuestas pensiones). La gestión, más bien no gestión, de las pensiones públicas ha llevado a que la llamada hucha de las pensiones esté en su última expresión. Toda persona por el hecho de serlo tiene derecho a una vida en condiciones con la dignidad que exige el siglo en que vivimos.