CORONAVIRUS Y EL NEGOCIO DE LOS PIRATAS Y CORSARIOS

A cuenta de esta pandemia, se está destapando el gran negocio de algunos desalmados, a los que la necesidad y la carencia de material médico ha proporcionado una gran “oportunidad” para enriquecerse. No estamos hablando del tendero o el farmacéutico del local de al lado, sino de las grandes empresas deslocalizadas, que se fueron a hacer negocios a la China y a otros países de Asia, aprovechando que en esos países la falta de control y seguridad, en empleos con salarios de hambre, era la norma general. Asia se ha convertido en la gran fábrica del mundo, pero para poder fabricar barato, tenía que haber salarios de saldo y sin medidas de seguridad, derechos laborales y sindicales, y sin medidas ambientales.

En estos tiempos de coronavirus, hemos podido comprobar la actuación de las empresas de Asia, especialmente China, en cuanto a la venta de los productos sanitarios. Para poder comprar respiradores y material de protección, el Gobierno y las Comunidades Autónomas han tenido que acudir, en primer lugar, a los intermediarios, que pueden ser varios, dependiendo de la experiencia del comprador: uno en España y varios en China, que intermedian en la compra con las fábricas de China. Estas fábricas, o los intermediarios almacenistas que compran producciones enteras, normalmente piden la entrega de la mitad de su valor al hacer el pedido, y llegan, en algunos casos, a pedir la totalidad, o a subastar la mercancía al mejor postor, debido a la necesidad de los países. Se han dado casos en que el avión, donde estaba el material, se fue a otro país que pagaba más.

Estas empresas, como parte del negocio, tienden a rebajar la calidad del producto, que es lo que ha sucedido con los tests de coronavirus y material sanitario que se han tenido que devolver. Todos han sido engañados: Gobierno, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, donantes. Como todos han sido estafados, ahora callan. Recordamos las compras de material de prevención, que ha ido, desde una mascarilla de papel, un recortable de tela de algodón, a mascarillas de baja calidad: todos han caído en la trampa y lo han pagado a precio de oro.

El cuento chino está claro, producen barato y sin garantías para los obreros y el medio ambiente; consiguen sus ganancias, pero una vez creada la necesidad de su monopolio, venden al precio que quieren, ya que no tienen competencia.

En un momento de necesidad como el actual, en el que falta de todo, y la escasez hace que se acuda corriendo a los intermediarios (que sin ellos, como se ha dicho, no se puede comprar), aprovechan estos corsarios para meter goles: falsa homologación del producto, material de inferior calidad a la pedida, tests al 20% (y por lo tanto de eficacia nula), baja producción del material, para mantener los precios alzados… En fin todas las picarescas posibles sin que les preocupen las vidas humanas.

La falta de una industria de productos sanitarios, y la deslocalización de las que había ha traído estos lodos. ¿Cómo puede ser más barato un producto fabricado a 10.000 kilómetros de dónde se va a utilizar? Algo falla. Los que critican estas compras fallidas no dan alternativas, simplemente porque desconocen el mercado. Ellos no lo harían mejor, seguramente no saben ni gestionar su casa.

De todas formas, nos comprometemos a investigar las compras de material sanitario hechas por el ministerio de sanidad, las comunidades autónomas y los ayuntamientos, y publicar su resultado.

La alternativa a esta picaresca criminal es la creación de una industria pública para la producción de estos productos de material sanitario que, aunque resulte más cara, nos ayuda a no depender de piratas y corsarios. En casos de crisis no se puede ir mendigando material sanitario.

Tenemos que obligar al gobierno para que inmediatamente proceda a crear una industria pública de material sanitario y de investigación para la mejor protección de los sanitarios y personas.