ENSEÑANZAS DEL CORONAVIRUS: NINGUNA

Si no se quiere aprender, enseñar no sirve para nada

El ser humano puede ser el animal más inteligente de la tierra, pero está superado por los imbéciles que son los más torpes del planeta. Cualquier otro animal huye del fuego, de los desastres y las enfermedades, los humanos imbéciles son capaces de quemar bosques, crear grandes desastres y entrar en el epicentro de la pandemia.

Entre los imbéciles se encuentran las numerosas especies de políticos que solo piensan en su beneficio particular y las puertas giratorias.

La situación que estamos viviendo podría servir como motivo para solucionar los defectos del sistema, pues nada, seguimos igual, veamos los defectos y las posibles soluciones:

Defensa de la naturaleza. Defensa del medio ambiente.

En lugar de defender la naturaleza se saquean los recursos naturales, se envenena la tierra con tóxicos y mercurio, que como es sabido se introduce en los ríos y los acuíferos, matando todo a su paso. Se talan los árboles dando paso al desierto. Se agotan  los acuíferos para grandes explotaciones agrarias y ganaderas o para campos de golf. El cambio climático es impuesto por las grandes multinacionales con sus emisiones de CO2.

Hemos podido ver que durante los tres meses que ha durado el confinamiento que en las grandes ciudades y también en el campo, la naturaleza quería recuperar lo que le pertenecía, una exhuberancia nunca antes vista, el silencio, la tranquilidad, el aire limpio, pero hemos vuelto a la locura.

Defensa de los pueblos originarios.

Son los únicos seres humanos que viven en armonía con la naturaleza, pero tienen la desgracia de que en los lugares donde viven haya árboles milenarios apetecibles para las multinacionales de la madera, estos árboles que han sido respetados y conservados por sus antepasados durante milenios, son arrasados por las máquinas, dando paso a los ganaderos o mineros para se apoderen de las tierras y de paso desalojar a los nativos. Si hay minerales o petróleo, se envían ejércitos de pistoleros para desalojarles.

En lugar de defender la vida natural de los pueblos aborígenes, se protege a las multinacionales mineras, industrias madereras, ganaderos y otros. El modo de operar es siempre igual, si se descubre oro acuden los más miserables del país, con mercurio y otros venenos, les contagian enfermedades para ellos desconocidas, si los aborígenes se quejan los expulsan de sus tierras ancestrales donde han vivido sus antepasados desde hace miles de años, si no sirve de amedrentamiento pasan a la siguiente fase los asesinan, todo ello con el consentimiento de los gobiernos.

Resulta curioso que son los únicos seres humanos que no tienen derecho a la propiedad de sus tierras ancestrales, como los gobiernos no les consideran personas no les conceden el derecho a la propiedad del territorio que en la mayoría de los casos residen en el lugar desde hace milenios, pero a los no aborígenes se les concede el derecho de propiedad por residir en el lugar durante 20, 30 o 40 años a los aborígenes nunca, o simplemente por inscribir la finca en el registro de la propiedad. Como a los pueblos originarios no se les permite inscribir las tierras comunales, son del Estado que las entrega previo pago a las multinacionales. Nunca mejor dicho la propiedad es un robo.

Consumir lo necesario.

Fiesta. Fiesta. Botellón. Gimnasio. Discoteca. Chiringuitos. Playa. Celebraciones de fútbol. Cumpleaños. Vacaciones. La libertad la entienden como consumo. Ahora en teoría no hay esclavos y gladiadores, pero no se diferencian en mucho con los inmigrantes que trabajan en el campo o de los imbéciles que son capaces de jugar con la vida de sus padres y abuelos con actividades sin la distancia debida para contagiarse y contagiarlos. Todo por el consumo, no pueden estar sin el gimnasio, la terracita del bar para que les vean o la discoteca para pavonear. Para estos imbéciles no hay vida fuera de ello.

Consumir sin necesidad productos de las fábricas del mundo donde los obreros tienen salarios miserables, trabajos sin seguridad física ni social, es la norma imperante. No importa si ya lo tienen, lo importante es comprar y sobretodo después de haber estado sin salir durante unos días. Si no salen de compras no viven, para los imbéciles es una necesidad vital, es lo que entienden por libertad

Creación de una industria pública de material de protección para las trabajadoras de la sanidad.

Se ha tenido que acudir corriendo a los intermediarios y fabricas de estos productos, pagándolo a un precio exagerado cuando lo han podido comprar. La falta de elementos de protección ha causado muchas muertes y enfermedades entre los sanitarios.

A la vista de esta carencia el Gobierno y las Comunidades Autónomas que son las competentes en sanidad, a fin y efecto de evitar lo sucedido deberían potenciar empresas públicas para fabricar estos productos y no depender de la buena voluntad de los intermediarios y fabricantes del extranjero. En Portugal se está investigando una mascarilla antivirus, en la “nación de naciones”, ni el Estado ni las Comunidades Autónomas, se preocupan, su lema es: ¡que investiguen y fabriquen otros!.

La mayoría de los productos son importados, solo hay que mirar los envases y embalajes, en algunos casos no pone ni siquiera donde han sido fabricados.

Organizar fábricas para la producción de estos materiales no precisa de una tecnología sofisticada, en algunos casos simplemente llegar a acuerdos con empresas del sector y ofrecerles pasar al servicio público.

De toda catástrofe siempre hay beneficiarios, los importadores y las empresas de producción han aumentado las ganancias en un 10.000 %. Las acciones de algunas empresas han subido un 1.000%.

Con lo que ha pagado la sanidad española: Estado, Comunidades Autónomas y hospitales públicos, a los que hay que añadir algunos ayuntamientos, se podían haber creado unas cuantas fábricas con capacidad para proteger a todos los ciudadanos. La estrategia de grandes almacenes no es de recibo puesto que una vez se agoten o se rebaje el almacenaje se tendría que comprar al precio que los piratas señalen. No se puede depender de otros que están esperando nuestra debilidad. No importa que el precio de producción salga más caro que comprar a los importadores (intermediarios) de las fábricas de Asia, al final, salen las cuentas, en seguridad, vidas y abastecimiento y hasta en precio. A la par de la creación de las industrias públicas se debería potenciar la investigación para la mejora del material de protección.

Más personal sanitario.

Es una vergüenza que los médicos que han estado al pie de la UCI tengan que manifestarse en estos tiempos porque se consideran esclavos de la sanidad española, véase sino las reclamaciones de los médicos que están haciendo el MIR, los de enfermería y por no decir el trato salarial del personal de las ambulancias.

Se ha dicho hasta la saciedad que faltaban médicos y personal sanitario, no hay cosa más fácil, más universidades y centros de formación para prepararles. Si no se hace es porque no se quiere.

Desde aquí nos solidarizamos con las reivindicaciones del personal de enfermería, MIR, ambulancieros y todo el personal sanitario.

Hospitales especializados en previsión de pandemias.

Que la sanidad no tiene que ser un negocio, sino un servicio público, estamos hartos de proclamarlo, pero no es así, el capital pirata y corsario está como loco buscando hospitales para comprar, es el gran negocio de estos tiempos y ello es debido a que los gobiernos (Estado y Comunidades Autónomas) con sus prácticas regresivas están potenciando la sanidad privada. Disponemos de una sanidad pública muy buena (podría ser mejor), pero la falta de médicos, hospitales y otros servicios sanitarios han generado unas listas de espera de meses, esta estrategia favorece a la sanidad privada, decimos estrategia porque está claro que a más listas de espera más personas se apuntan a la sanidad privada en la creencia de un mejor trato y más rapidez, pero en los casos graves remiten a los enfermos a la sanidad pública. Otro caso son los conciertos con hospitales privados, lo hemos visto con esta pandemia, unos acuerdos rayando al delito (servicio de UCI, 42.000 euros). Algunos ministros, subsecretarios y consejeros se están ganando el futuro de las puertas giratorias.

No importa que los hospitales estén vacíos, tanto mejor y que los sanitarios estén esperando, como los bomberos.

Ya hemos dicho que el tiempo de espera de los sanitarios debería servir para la formación. Imaginemos un hospital en el que hay sanitarios que esperan a los enfermos en el centro de estudios, en la biblioteca, en el laboratorio, en la sala de conferencias y mesas redondas. Lugares donde se intercambian conocimientos y experiencias, ¡qué maravilla!. Se preguntarán como pagarlo, sencillo, con el ahorro que supone una buena sanidad pública.

Qué triste debe ser la soledad del médico rural, de una enfermera o del especialista en el hospital comarcal de una de las provincias vaciadas, Zamora, Teruel, Soria, Palencia y otras. Qué alegría poder compartir unas horas con compañeros de un CAP de Barcelona, Madrid o Valencia intercambiando experiencias o asistir a una conferencia sobre enfermedades raras o con compañeros de los otros servicios sanitarios como enfermería, ambulancias, camilleros, trabajadoras administrativas, auxiliares de enfermería. Todas aprenderían de las experiencias de los demás, habría una comunicación más directa, sin prisas, colaboración en definitiva. Esto es la formación continuada.

Todo lo demás es utilizar a los sanitarios como mercancía como en la sanidad privada, tantas visitas tanto dinero. La sanidad privada no forma especialistas les exige que estén formados, por eso la mayoría son trabajadores de la pública que hacen pluriempleo, en muchos casos es un complemento para tener un salario digno.

Esta pandemia nos ha mostrado una de las caras más perversas: la política, que ha utilizado a eminentes científicos como fuerza de choque involuntaria contra otros partidos y comunidades. La inexperiencia y desconocimiento de los científicos de lo que son en realidad los políticos, les ha llevado a creer en los cantos de sirena, pero cuando ya no los necesitado los han tirado como a los pañuelos de papel después de limpiarse la nariz. La política para los políticos y la ciencia para los investigadores, el científico tiene que ser independiente de la política, no ser seguidor de nadie, solo de la ciencia.

Qué extraordinario sería un centro de investigación donde pudieran compartir experiencia y trabajo científicos de los hospitales de Barcelona, Madrid, Valencia con los del CSIC y otros hospitales y no someterlos a una carrera individual.

Si no conociéramos lo que han padecido nuestros compañeros sanitarios no nos creeríamos lo de la pandemia, pero nos han contado de primera mano el trabajo que ha habido en las UCIs, el estrés que han pasado, el miedo a contagiar a sus seres queridos, porque a los políticos lo único que les interesa es la economía, el turismo, las terrazas de los bares, al parecer los contagios no importan.

NO HAN APRENDIDO NADA.

TODO SEGUIRÁ IGUAL.

LOS IMBÉCILES NOS SEGUIRÁN GOBERNANDO.