Las personas sin hogar y los servicios sociales

Las personas sin hogar.

Hace unos meses, siguiendo un ritual casi anual, se desplegaron por el área metropolitana de Barcelona cientos de personas para elaborar un censo de personas sin hogar, al parecer sin otro motivo que contabilizar las personas que duermen en la calle. Cientos de personas fueron llamadas a participar, siempre de forma voluntaria, o sea sin cobrar, pues para cobrar ya estaban los encargados: personal directivo de servicios sociales de la Generalitat, Diputación y Ayuntamientos. Una vez hecho el censo, simplemente, quedaron unas estadísticas de población sin hogar, medida para solucionar el problema ninguna, al contrario cada vez son más las personas que sufren el silencio de las calles. De vez en cuando alguna fallece en silencio y se retira rápidamente sin anuncios ni proclamas, interesa esa invisibilidad.

Ha llegado el frío y para evitar el escandaloso espectáculo de que haya muertos de frío en las calles, se ha puesto en marcha el protocolo anual, se les visita y ofrece la estancia en los albergues municipales, ojo, solamente mientras dure la ola de frío, después a la calle.

Nadie se pregunta porqué están en la calle, no interesa saberlo ni decirlo, pues vamos a decirlo. Son personas como las demás, que debido a una serie de factores han caído en un pozo y otras más allá, en el abismo, nadie está libre de caer.

Los motivos pueden muy variados: falta de trabajo, familia y amigos que le den apoyo; enfermedades físicas y mentales; adiciones a las drogas, alcohol; la adición al juego fomentada desde las televisiones y la prensa que está creando situaciones sin control alguno, las televisiones y la prensa mientras les paguen los anuncios, ya les va bien; el juego en internet está dejando en el pozo a miles de personas.

Esta situación puede darse de la forma más sencilla, se puede iniciar por la falta de trabajo, la soledad, la ludopatía que seguidamente es acompañada por la vivienda inaccesible, ya que los alquileres están imposibles. A esto se acompaña la falta de unos servicios sociales adecuados para atajar el problema en estos primeros momentos. La caía sigue, a pérdida de la vivienda a esto se le encadena el dormir en pisos compartidos que tampoco se pueden pagar, para que al final a la calle abandonados a los depredadores sociales, ataques, insultos, miradas temerosas ante lo desconocido. Aquí está el crimen de los que gobiernan nuestros impuestos, lo saben pero no les importa, les interesa que haya capas de la sociedad que lleguen a esta situación de abandono y sumisión, ya que no protestan, no dicen nada, son los mejores súbditos, trágicamente han quedado sin capacidad de reacción ante las injusticias. Además sirven de espejo en el que se miran los más próximos a seguirles que piensan: yo estoy bien con mis 600 euros al mes, a esta situación no llegaré, no puedo quejarme, trabajo horas extras y no me las pagan pero si me quejo me echan del trabajo, tengo que ser paciente hay otros peor que yo, que al menos tengo para comer y dormir a cubierto. Ante estos casos el variopinto arco político actúa igual, sin alma.

Los servicios sociales.

Los servicios sociales están dispuestos para que no tengan utilidad alguna, en primer lugar porque están multiplicados en su ineficacia.

Solamente falta ver la cantidad de organismos que se dedican a “prestar” servicios sociales: El Estado, las Comunidades Autónomas, las Diputaciones, los Ayuntamientos, además de las llamadas ONGs, de las que hablaremos aparte.

El Estado tiene dedicado a ello un Ministerio con los respectivos directores generales y otros departamentos. Las Comunidades Autónomas destinan a ello una consejería con sus directores generales y otros organismos. Los Ayuntamientos designan una concejalía para estos servicios. Las Diputaciones también disponen de áreas de servicios sociales. Cada uno de los organismos va por su cuenta, a veces se coordinan.

Estos organismos disponen de ingentes cantidades de dinero para los servicios sociales, que queda repartido entre el personal directivo, normalmente puesto a dedo procedente de la clase política y unas migajas entre los funcionarios que trabajan y sufren las consecuencias de la mala administración –son los que están de cara al público y conocen de primera mano la problemática- y como estos organismos tienen externalizado el trabajo de calle, lo conceden a las llamadas ONGs que son las que hacen el trabajo.

ONGs hay de mucho tipo, desde las que funcionan como empresas multinacionales de la caridad –los directivos cobran salarios millonarios-, hasta en las que todos sus miembros son voluntarios –no cobran dada por su trabajo solidario-.

No hablemos de los salarios de los trabajadores de los servicios sociales, que con un poco de suerte no pasan a ser asistidos por sus compañeros. Salarios de miseria para trabajos duros, alguien tiene que ganar la diferencia entre lo que pagan las organizaciones estatales, provinciales y municipales y lo que se paga a los trabajadores. Aclarémoslo, por ejemplo, un Ayuntamiento contrata con una empresa ciertos servicios asistenciales, esta empresa -llámese ONG o lo que sea-, para obtener beneficios paga a los trabajadores unos salarios de miseria, dándose casos sorprendentes, una trabajadora tiene que asistir a un domicilio a de 9 a 11 y seguidamente a otros domicilios en el mismo día, no les cuenta el tiempo de desplazamiento como horario trabajado.

Los servicios sociales están organizados para su inutilidad, parece programado por las altas esferas dirigentes para que no sirva para nada y dar la sensación de solidaridad con los más desfavorecidos, ante tanto organismo de servicios sociales parece que vivimos en el mejor de los mundos, pero están proyectados para su ineficacia.

Los servicios sociales deberían ser competencia exclusiva de los municipios que son los más cercanos a los que sufren, estos servicios deberían ser prestados por trabajadores públicos con salarios reconocidos oficialmente, cuyo empleo se ha ganado en uno oposiciones reglamentadas y asignados por su competencia. Lo demás es regalar el dinero a los amigos y dejar en la calle a los más débiles que no tienen fuerzas ni para quejarse.

Hoy no toca hablar de Haití, el Chad y otros lugares que irán saliendo.