El progreso pare ellos es colocar un esqueleto metálico lo más alto posible en lugar del majestuoso árbol.
Las compañías eléctricas realizan el transporte de la electricidad mediante cables sujetos por una torres y para ello necesitan colocar las torres en fincas privadas pagando por su derecho a la instalación, los propietarios no están obligados a dejar que tengan derecho a una servidumbre que se convierte en eterna, algunos propietarios ávidos de dinero se lo permiten mediante un precio, pero el problema no es este, cada cual con su responsabilidad, la finca por la que pasan los cables y la torre, tiene unas servidumbres, pasar cuando quieran, no poder plantar árboles, etc.
Las eléctricas para ahorrar dinero intentan colocar el paso de las líneas de la manera más fácil y con menos complicaciones, soterrar las líneas les supone un gasto adicional, solamente lo hacen cuando hay protestas importantes y cerca de poblaciones.
El corte de árboles centenarios se ha convertido en una actuación bastante habitual, demasiado para ser normal, parece que vayan persiguiendo a los árboles frondosos, bonitos y centenarios, es como si les hicieran la competencia al esqueleto metálico que colocan en su lugar. Es tan surrealista ver una torre donde días antes había un árbol centenario, los directivos deben pensar que la torre es más bonita y más alta, que es una escultura al progreso, les debe encartar el desierto y así gastar más electricidad para refrescarlo.
Es un hecho continuado la tala de árboles centenarios por los operarios mandados por las eléctricas, por cierto son empresas subcontratadas y así no dan la cara, que con sus enormes sierras cortan la vida de lo que ha estado allí durante cientos de años.
Si tuvieran un ápice de amor a la naturaleza que ha estado tantos años alimentando el árbol solamente tendrán que desviar la línea unos centímetros en cada torre para no pasar por allí y destrozar centenares de años de vida.
A los apologistas de la destrucción de los árboles centenarios decirles que las líneas de conducción eléctrica no tienen que ser obligatoriamente rectas y pasar inevitablemente por donde haya árboles centenarios, con la mera observación de las torres se puede ver que no es así.
Tenemos la convicción de que a los directivos de las compañías eléctricas les molestan los árboles centenarios y donde hay uno o un grupo acuden raudos para mandar a sus subcontratistas a cortarlos y poner en su lugar una torre lo más alta posible con unos cables que emiten radiaciones eléctricas.
El progreso es la conservación de la naturaleza y dejar un patrimonio a nuestras próximas generaciones. Es una maravilla contemplar un árbol que lo han visto crecer nuestras antepasados, pero para los directivos de estas empresas debe ser al revés, decirle a sus nietos, cuando las neuronas se van acabando -aquí había un árbol centenario y yo con mi poder lo mandé cortar, que poderoso es el abuelo- y en lugar del aeropuerto del abuelo, les dicen a sus nietos –mira esta torre se colocó bajo mi mandato-.
El árbol centenario no es el enemigo del progreso, es progreso. No es progreso la destrucción de la naturaleza. Para poder contemplar un árbol centenario han de pasar muchas generaciones, pero eso no les importa, en las Universidades para Corsarios les han enseñado que el progreso es hacerse rico cuanto más mejor y en menos tiempo.
Las administraciones públicas que deberían velar porque estas cosas no ocurran, miran para otro lado, solo les interesa el dinero que las eléctricas les dan por los permisos, por eso los ayuntamientos, las comunidades autónomas, los consejos comarcales, las diputaciones y otras entidades públicas y sus funcionarios, inspectores, agentes, rurales o no, hacen la vista gorda, o lo que es aún peor ni se quieren enterar.
SIN NATURALEZA NO HAY FUTURO.
